El sueño del equipo argentino de la Copa Davis chocó con la jerarquía y la potencia de Italia, el campeón defensor: tras forzar la definición al punto de dobles, se quedó a las puertas de las semifinales en el Final 8 de Málaga, en el Palacio de Deportes José María Martín Carpena, sobre cancha dura bajo techo. El conjunto dirigido por Guillermo Coria colisionó de lleno con un escollo que resultó impenetrable: Jannik Sinner.
El número uno del mundo, flamante ganador del Masters en Turín, se cargó al hombro la serie de cuartos de final para sentenciar la eliminación de Argentina: después del rimbombante triunfo de Francisco Cerúndolo (30°; 2° de Argentina) por 6-4 y 6-1 ante Lorenzo Musetti (17°), desparramó todo su vigor para superar 6-2 y 6-1 a Sebastián Báez (27°; 1°) y luego formar una dupla de singlistas, junto con su compañero Matteo Berrettini (35°; ex 6°) para imponerse 6-4 y 7-5 ante los doblistas Andrés Molteni (21°) y Máximo González (22°).
«El balance es negativo porque queríamos ganar. No puedo sacar conclusiones, pero estoy orgulloso de este equipo. Uno analizó la potencia de Italia y el ranking de nuestros jugadores para definir la estrategia. Creíamos que era la mejor formación y salió como esperábamos. Era difícil que jugara la pareja de dobles de Italia; tuvieron que sacar a la cancha al número uno y a Berrettini», deslizó Coria, quien había capitalizado las mieles del reglamento (2 vs. 2, 1 vs. 1) para hacer el enroque y emparejar a Cerúndolo, su pieza más peligrosa, con el single dos del rival y, de ese modo, presionar la definición al tercer punto.
Con un plantel compacto, casi sin agujeros, con tres singlistas parejos -sumado Tomás Etcheverry (38°)-, obligó a Italia a desplazar sobre la hora a la dupla de especialistas, formada por Andrea Vavassori (9°) y Simone Bolelli (11°), para tirar todo su potencial a la cancha. La diferencia de talento, de velocidad y de jerarquía desbordó a Molteni y Machi González, quienes jamás pudieron leer el servicio de sus rivales: apenas contaron con un break point en los albores del partido y entregaron dos veces el saque del tandilense, en pasajes definitorios de ambos parciales.
Coria repitió el mismo plantel que lo llevó a Málaga, cuyo sendero incluyó la angustiante victoria en los Qualifiers en Rosario ante Kazajistán –Báez rescató dos match points en el quinto punto– y los resonantes triunfos contra Gran Bretaña y Finlandia en la fase de grupos de Manchester. En el medio, un sinuoso suceso: el capitán marginó de los Juegos Olímpicos a Horacio Zeballos, doblista número uno del mundo hasta hace dos semanas y el mejor de la modalidad en la historia de la Argentina, lo que originó un conflicto que le valió la negativa del doblista para sumarse en la anterior citación. «Me cuesta respetar su palabra», dijo el jugador.
«Los problemas que hubo durante el año son externos al equipo; acá están los que siempre quisieron estar, los que estuvieron comprometidos siempre con la Copa Davis», sostuvo Coria tras la caída. ¿Habrá pagado demasiado caro Argentina el costo de aquella creciente disputa? Resolver el enigma implicaría aventurar en un fuerte contrafáctico: ¿Zeballos, con un saque de mayor fiereza, habría planteado junto con Molteni un partido más complejo para Sinner-Berrettini?
Más acá, en la realidad empírica, otro interrogante. Coria admitió que esperaba que el capitán italiano Filippo Volandri limpiara a los doblistas para clavar a Sinner-Berrettini. El cambio, según sus palabras, no lo sorprendió. Acaso podría haber formulado un partido de ida y vuelta, de palo por palo, con un imprevisto movimiento táctico: un eventual tándem Cerúndolo-Etcheverry, con cierto rodaje en el tour, descripto por el propio Coria como «la dupla del futuro en la Copa Davis”. Apenas alguna incógnita que surge, post derrota, con el diario del lunes, en el terreno de la fantasía. (Página 12)