La Dirección de Economía, Igualdad y Género comunicó que a partir de ahora tendrán un 15% de reintegro en los sectores vulnerables.

En Argentina, el costo anual de toallitas, tampones, copas u otros representa entre $4.028 y $5.135, según los datos actualizados de la DNEIyG.

Asimismo, esta situación empeoró con la pandemia e impactó significativamente en la economía de los hogares, ocasionando que 7 de cada 10 personas modifiquen sus hábitos en el uso de estos productos por motivos económicos.

«De este total, más del 70% tuvo optar por marcas o productos más económicos, mientras que el 26% debió comprar menos cantidad y optimizar su uso», señaló un estudio de la Dirección de Economía, Igualdad y Género.

A las barreras económicas en el acceso, se suman la falta de acceso al agua e infraestructura que afecta principalmente a las poblaciones que no tienen servicios de higiene, sanidad y agua, recurriendo a alternativas nocivas para su salud.

«Durante los meses más difíciles de 2020 en medio de las medidas de emergencia por la Covid19, muchas mujeres afirmaron haber utilizado trapos, remeras viejas u otros elementos no destinados a la gestión menstrual dada falta de acceso a los PGM», señaló el documento.

«La implementación de este tipo de políticas contribuye a cerrar brechas de desigualdad de género y disminuye el costo de menstruar, especialmente en aquellos donde los ingresos son menores», manifestó el comunicado oficial.

De esta forma, el gobierno nacional incorporó los PGM al Programa Nacional Precios Cuidados 12, para asegurar la variedad de precios y productos íntimos, acompañado de medidas de reintegros para sectores vulnerables.

«Los PGM se sumaron a la política de reintegro del 15% para los sectores vulnerables en las compras con tarjeta de débito, Pago Electrónico Inmediato (PEI) o códigos de respuesta rápida (QR)», detalló el informe.

Por otra parte, el reporte destacó el resumen de políticas «Justicia menstrual», presentado por el Ministerio de Salud de la Nación, que identifica el impacto directo de la gestión menstrual, abordando la seguridad, efectividad, aceptabilidad e infraestructura necesaria para el uso de PG.

Este material reconoce que la provisión de productos de higiene menstrual a sectores vulnerables tendría un efecto positivo en la equidad pero a su vez, advierte que la provisión de copas menstruales puede afectar negativamente en estos sectores por la falta de infraestructura e higiene.

Otro obstáculo que dificulta la correcta gestión menstrual es la distancia territorial a los centros de salud para consultas médicas y chequeos periódicos correspondientes.

Por último, la ausencia de instalaciones sanitarias y productos adecuados para la gestión menstrual produce ausentismo laboral y afecta las condiciones de desigualdad estructurales en su inserción económica.

«Las mujeres enfrentan condiciones de desigualdad estructurales en su inserción económica: ganan 28% menos en promedio que los varones, tienen trabajos más precarios y presentan mayores tasas de desempleo».

De este modo, el costo de menstruar «se enmarca en otras formas de desigualdad», que recae sobre los ingresos, «siendo un obstáculo para estudiar o trabajar», concluyó el informe.

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