La rabia de Javier Milei por el naufragio de la Ley Ómnibus que envió al Congreso de la Nación se materializó en un avance contra las provincias, a partir del recorte total de los fondos fiducidarios que trasladan recursos nacionales a los territorios provinciales. La respuesta de los gobernadores no tardó en llegar, primero con fuertes cuestionamientos, luego con una advertencia y ahora, ante un nuevo desafío del Presidente, con un enfrentamiento a cielo abierto que los encontrará reunidos mañana para definir cómo avanzarán.

La conferencia de prensa que brindó ésta tarde el gobernador Axel Kicillof fue una declaración formal de una nueva escaramuza. Caída la Ley Bases, y «agotados los espacios de diálogo», los mandatarios provinciales irán contra el DNU 70/2023 en busca de su derogación vía Congreso. De lograrlo, sería despojar al mandatario nacional de su herramienta más impotante, la que le permite hasta el momento dar de baja fondos de manera discrecional, entre otros poderes ajenos al ejecutivo.

En apenas tres meses de gestión libertaria, la contraofensiva federal se gestó casi de manera involuntaria. Y no fue por convicción ideológica sino a partir de la reacción desequilibrada y desmedida de un mandatario nacional que no supo, ni le interesó, resolver mediante la política. Así, metió en una misma bolsa a 23 de las 24 provincias a la hora de acusar traiciones y golpistas, como así también de cortar fondos.

Hasta el momento poca batalla había presentado Axel Kicillof. Sabiéndose blanco fácil del oficialismo nacional, pasó los primeros dos meses de gestión mileiísta agazapado y con el perfil bajo, asomando lo menos posible e intentando sostener con recursos bonaerenses los agujeros presupuestarios que cortó Nación.

Recién cuando, de manera sorpresiva, el gobernador de Chubut Ignacio Torres -cuyo título de «gobernador PRO» no pasa desapercibido- tomó la lanza y amenazó con cortar la provisión de petróleo y el gas si el Gobierno no le restituía los fondos de coparticipación que le retuvieron, el mandatario bonaerense se subió a la ola, salió en su apoyo y comenzó a movilizar a la tropa bonaerense.

La conferencia de prensa de ésta tarde, junto a los intendentes, legisladores nacionales y provinciales de Unión por la Patria -incluso los del Frente Renovador-, sindicalistas, Máximo Kirchner y Wado de Pedro, fue la muestra de músculo por parte del peronismo, desde la Provincia más importante del país.

Dentro de los conceptos que volcó Kicillof hay dos que hacen eco: la desintegración nacional -y su contrapartida de unión nacional-, y el «caos y la locura» que le asigna a Javier Milei. «Hay que buscar una solución institucional que no implique la disolución de nuestra Nación», arrojó el mandatario provincial durante la conferencia de prensa, consultado sobre la posibilidad de que la Provincia emita una moneda propia. Es una frase que debería tener más eco mediático.

Sobre la vesania presidencial, el Gobernador bonaerense no dejó pasar el desenfreno en redes sociales. «Tenemos un presidente que de manera compulsiva tuitea agrediendo diputados, gobernadoras, y todo al que no piense como él», subrayó, casi a tono con su colega Torres. La terquedad viral del mandatario nacional agudizó el conflicto con las provincias y aceleró la decisión de responder de manera unificada. «Es difícil recibir respuestas de algo que se asemeja a la locura», sentenció Axel Kicillof.

En la previa al debate de la Ley Ómnibus, éste medio había señalado que un grupo de diputados nacionales estaba dispuesto a hacer esfuerzos para ayudar a Javier Milei a contar con las herramientas necesarias para gobernar, proteger la institución presidencial y evitar otro 2001. Quedó en evidencia durante cada intervención de Miguel Ángel Pichetto.

La decisión libertaria de no ceder en negociaciones, y la impericia de hacerla retroceder a comisiones creyendo que sólo se volverían a debatir los artículos no aprobados -en lugar de toda la ley nuevamente, como marca el reglamento- que terminó por hacer naufragar el proyecto, y la reacción posterior de Milei de acusar a los gobernadores de «traidores» y azotar a las provincias echó por tierra esa idea.

Mañana por la tarde habrá una reunión clave en ese sentido. Mientras Milei se refugia en los poderes presidenciales y los que él mismo se otorgó a partir del DNU, los gobernadores buscarán quitárselos y respaldar la decisión vía Corte Suprema. Para luego buscar «una salida institucional» al mileiísimo.

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