Escribe Bernardita Castearena
Una señora de ochenta y pico de años, que llega maquillada y con uno de esos sacos que sólo se usan en ocasiones especiales, abraza al ex concejal -y actual director de Acceso a la Información y Transparencia-, Sebastián Malis y después de felicitarlo le pide que la lleve a Pehuajo. Él le responde que hoy no va a poder ser, pero sí pronto. Unos minutos después, ese pronto se convierte en una fecha concreta cuando el ministro de Transporte de la Nación, Alexis Guerrera, anuncia que, después de siete años sin contar con el servicio, el 5 de agosto se va a realizar el primer viaje con pasajeros desde Nueve de Julio hacia la Ciudad de Buenos Aires.
Para las diez de la mañana, la estación estalla de grandes y chicos que recorren el andén con banderas argentinas en la mano y una expectativa que ya no puede aguantar más. Cerca de las 10:15 se ve una luz. Llegó el momento: después de siete años, un tren de pasajeros vuelve a pasar por Nueve de Julio. El maquinista toca bocina y la gente responde a los gritos en una secuencia se repite una y otra vez durante los dos minutos que tarda en llegar al andén. La alegría es tanta, que a la gente no termina de importarle si después del tren llega el ministro o el Presidente de la Nación, solo quiere conocer la formación que va a llevarlos hasta Once por menos dinero del que sale una gaseosa en el supermercado. El tren llega y abre las puertas para que los vecinos y vecinas puedan conocerlo. A cada persona que entra le sorprende algo distinto, pero Norma no pudo elegir: “es tan hermoso que dan ganas de quedarse a vivir acá”, dice mientras baja las escaleras.
Lo único que queda de los ferrocarriles anteriores es el recorrido, adentro nada. Los antiguos asientos marrones que se movían de un lado al otro en la clase turista, los verdes de primera y los azules de pullman, fueron reemplazados por un centenar de cómodos y mullidos asientos azul francia que tienen una mesa en el respaldo de adelante para apoyar el mate, la computadora o lo que cada persona quiera. A este tren nadie entra sin pasaje ni fuma adentro: todos los vagones están herméticamente cerrados para que la seguridad no se ponga en juego en ningún momento.
La formación, al igual que antes, va a recorrer las estaciones de Once, Haedo, Luján, Mercedes, Suipacha, Chivilcoy, A. Vaccarezza, Mechita, Bragado, 9 de julio, Carlos Casares y Pehuajó. y va a tener un valor de $192: ni un diez por ciento de lo que significa viajar en otros medios de transporte. Se estima que la vuelta del ramal Once-Pehuajo va a beneficiar a cuatro mil pasajeros por mes. Para volver a ponerla en marcha, hubo una supervisión de vías y de adecuación edilicia, sanitaria y de iluminación en las estaciones de las tres ciudades, con una inversión total de 130 millones de pesos.
“Me emociona que podamos volver a viajar en tren”, dice una vecina con los ojos llenos de lágrimas. “Nosotros veníamos de chicos a ver el tren, era tanta la alegría que teníamos”, dice otra. La tradición de ir a saludar al tren que pasaba los domingos a las cinco de la tarde, es algo que los chicos que nacieron después del 2015, nunca pudieron experimentar.
Alexis Guerrera llega a la estación después de haber aterrizado en el Aeroclub de Nueve de Julio. Mariano Barroso, Sebastián Malis y el Presidente de Trenes Argentinos, Martín Marinucci lo acompañan hasta el cartel con el nombre de la ciudad, donde van a dar una conferencia de prensa.
Mariano Barroso dice apoyar la decisión “de reactivar los trenes, porque es desarrollo y representa la conexión para los pueblos del interior, que es fundamental. Hoy vamos a volver a escuchar el silbato del tren que significa mucho para todos los vecinos y vecinas de 9 de Julio”.
Una vez finalizada la conferencia de prensa, el ministro sube al coche comedor, que va a estar reservado para funcionarios nacionales durante todo el viaje hasta Pehuajó. Los asientos están vacíos, limpios, relucientes. Sólo algunos están ocupados con trabajadores ferroviarios y de prensa.
Los dos chicos encargados de tomar el tiempo que tarda en llegar el tren a cada una de las ciudades, junto con una de las coordinadoras y un encargado de mantenimiento, toman mate enfrentados y con una mesa de por medio en la mitad del vagón. En el asiento individual -con mesita incluida-, un periodista de Télam toma nota del minuto a minuto y transcribe los testimonios de los vecinos. Uno de los momentos más emocionantes es cuando el tren pasa por French, y los vecinos se agrupan en la estación para agitar los brazos, incrédulos. Entre mates y charla, los trabajadores llegan a una conclusión: siempre es emocionante ver volver un tren a un lugar del que nunca debería haberse ido.