«Los invisibles de siempre» es una movilizadora comedia negra. La dramaturgia presenta una historia desbordante de conversaciones íntimas, pero que en escena aparecen en voz alta en las voces de cada uno de los actores. La obra estará en nuestra ciudad el domingo 12 de Junio a las 20 hs, y las entradas anticipadas pueden adquirirse en la biblioteca o a través de Alternativa Teatral y tienen un valor de $600.
Información proporcionada por la Biblioteca José Ingenieros
Entrevista con el Director, Pablo Leger.
—¿Por qué «Los invisibles de siempre»?
—Porque es un texto que me permitió utilizar todas las técnicas sobre las cuales vengo trabajando desde hace años. La dramaturgia de Gotbeter mezcla -queriéndolo o no-, ribetes de grotesco, psicodrama, teatro del oprimido, teoría de sub personalidades y hasta el teatro más aristotélico; pero siempre a través del humor negro. Clarita es una mujer gris, que vive entre la costura -como metáfora del encierro y la opresión-, y los soliloquios -psicodrama-, que hace todos los domingos en el cementerio. Urbano, por su parte, es ramo de flores marchitas pero que -aún así-, sigue intentando recuperar su frescura. Ambos forman un dúo querible, de esos que dan ganas de abrazar para contener, consolar y ayudar a salir del encierro en el que están.
—¿Cómo se encaró la puesta en escena?
—Desde una mirada absolutamente poética, desde la poética de la imagen. Más de lo que pensé antes de comenzar a trabajar firme en ella. Me permite abordar conceptos como “izquierda y derecha”, tan en boga hoy; como así también el desafío de hablar de soledad, invisibilidades, tristezas, emociones y sentimientos siempre desde un costado poético, rescatando la belleza de la imagen, aunque lo veamos sea doloroso desde lo real. Aposté a un montaje que permita el debate posterior, la “charla de café” y la investigación unipersonal para saber de dónde viene el concepto de “derecha”, de “izquierda”, qué significa una pareidolia, por qué no sabemos ver lo que miramos, etc.
—¿Cuál es el nudo dramático del texto?
—Ahí radica uno de los secretos de este “tanque” que es “Los invisibles de siempre”: la simpleza de la historia, pero la riqueza que contiene. Podría decir que es -desde el punto de vista argumental-, una historia “chiquita”: una mujer que se siente invisible y va todos los domingos al cementerio para hablar con los muertos, porque son los únicos que no la contradicen. Y ahí, justamente, trabaja Urbano. Su labor consiste en cuidar ese cementerio. Sin embargo, esa sería la precuela. Cuando las luces se encienden, vemos a ambos personajes a lo largo de una hora manteniendo diálogos con el otro y consigo mismos, pero jamás se ven cara a cara. Todo ocurre en sitios diferentes, marcados únicamente por colores de luces, sin la necesidad de utilizar paredes o escenografías diversas.
—¿Qué mensaje deja la obra?
—Cientos. Posiblemente, miles. Pero lo maravillosamente curioso es que todos los mensajes parten de un “mensaje padre”: la adicción. Y cuando digo adicción, no hago referencia al uso de estupefacientes, sino a la imposibilidad de decir. “Dicción” es decir. Por el contrario, “adicción” es no decir. Ni Clarita ni Urbano pueden “decir” lo que tienen para decirse el uno al otro. Y es ahí donde aparecen los mensajes… ¿sabemos ver, además de mirar?, ¿sabemos cómo huele nuestro amigo?, ¿con qué puede compararse el pelo de nuestra madre?, ¿qué vestía ayer la persona que me atendió en el supermercado? Todas preguntas que quedan flotando en el aire justamente porque -buscándolo o no-, todos invisibilizamos al otro, y el otro nos invisibiliza a nosotros.
PREMIOS DEL ELENCO Y DIRECTOR
Elba Bertone recibió el premio a la mejor actriz en la XVIII Fiesta del Teatro de Santa Fe por su actuación en “Sábado de vino y gloria”; y Patricio Marínez también fue reconocido como mejor actor en la mencionada fiesta, por su labor en “Pugliese y D’Arienzo”. Pablo Leger, el director, está reconocido como “Mejor director” por su puesta de “Cabaret” en la provincia de Santa Fe; y como mejor director por “La belleza del sueño eterno”.