Graciana Willis Poratti es licenciada en biotecnología y biología molecular y viajó por primera vez al “continente blanco” en 2017. En diálogo con El 9 de Julio, contó cómo es trabajar allí.
“Siempre me llamó la atención el continente, pero nunca imaginé que podría llegar a venir o trabajar acá”, dice Graciana Willis Poratti. Ella es nuevejuliense, tiene 37 años y visitó la Antártida en numerosas oportunidades.
Actualmente, tiene el rol de jefa científica en la Base Carlini. Graciana estudió la licenciatura en biotecnología y biología molecular en la Facultad de Ciencias Exactas de
la Universidad Nacional de La Plata. Y el mismo año en que se recibió, en 2011, empezó un doctorado. Pero todavía no había indicios antárticos en su futuro.
Su doctorado lo realizó en el centro de investigación especializado en fermentaciones industriales de la UNLP, con una beca del CONICET. Eso le permitió instruirse a la
vez que vivía. Y luego de cinco años, periodo que dura este tipo de formaciones, realizó un “post doc”, que fue el puntapié a su presente. Graciana realizó un Postdoctorado en el Instituto Antártico Argentino y desde el 2016 es investigadora en la Antártida. “Creo que la
especialización que elegí hizo que llegara hasta acá”, explicó desde el continente blanco.
“Grace”, como le dicen a Graciana sus compañeros, está actualmente en la Base Carlini, ubicada en Caleta Potter, Isla 25 de Mayo, en las Islas Shetland del Sur, al noroeste de la Península Antártica. Esta locación es la principal base científica permanente argentina y está instalada allí desde el 21 de noviembre de 1953. En diálogo con EL 9 DE JULIO, Graciana contó qué importancia tiene esta base administrada y operada por la Dirección
Nacional del Antártico y el Instituto Antártico Argentino, perteneciente a la Cancillería: “La Base Carlini concentra la mayor parte de la actividad científica en la Antártida.
Siempre se conocen otras bases, como Marambio, pero Carlini es la principal productora de ciencia”.
Una de las tareas que desarrollan en Carlini es apoyar las actividades científicas de biología marina. Para eso posee una dotación permanente de buzos del Ejército que recolectan muestras marinas. Y ubicada allí, Graciana cuenta de qué se trata su trabajo: “Mi investigación se centra en el estudio de los microorganismos que viven en el sedimento marino de zonas frías como la Antártida”. Su estudio investiga cómo estos seres vivos diminutos pueden reaccionar a los fenómenos producidos por el cambio climático -que cada vez son más frecuentes allí- por ejemplo el derretimiento de los glaciares, y cómo este
accionar puede modificar el ecosistema: “Para eso tomo las muestras de sedimento desde un bote, con la ayuda de los buzos militares del Ejército o la Armada”.
Graciana es una experta en su materia y brinda detalles de todo su trabajo. Cuenta que actualmente los glaciares, al derretirse, arrastran del suelo partículas ricas en
nutrientes, que se depositan en el sedimento marino. “Los microorganismos que viven en el sedimento no tienen oxígeno disponible, pero utilizan estas partículas en
forma de roca para respirar. Sí, respiran rocas como nosotros el oxígeno. Y de esta manera modifican la composición química de los alrededores, por ejemplo, el agua”, dice. Y a partir del agua se empieza a modificar todo el ambiente, incluida la pirámide alimenticia de la fauna del lugar.
Además, el estudio sobre los comportamiento de los microorganismos que estudia Graciana, en condiciones extremas como el frío antártico, pueden servir para otras
disciplinas: “Eso es muy interesante para varias aplicaciones biotecnológicas como por ejemplo la remoción de hidrocarburos del suelo, la lixiviación de minerales, la degradación de plásticos o la producción de compuestos bioactivos interesantes para la medicina, la industria farmacéutica y alimentaria”.
Las investigaciones pueden tener aplicaciones en concreto en la vida del hombre. Pero además los proyectos en Antártida son importantes en otro sentido. Graciana enfatiza: “El trabajo en la Antártida también es una forma de reivindicar y reclamar la soberanía. Nuestro país reclama una porción del territorio antártico y somos el país con mayor tiempo de permanencia en el territorio, desde 1904”.
La presencia argentina data desde hace casi 120 años. Y particularmente Carlini es una base permanente en la que hay personas durante todo el año. Allí se quedan dos
científicos que llevan adelante los proyectos y dos informáticos que mantienen las comunicaciones y las instalaciones de la base. Sin embargo, no todos los
investigadores están permanentemente en el continente.
Graciana cuenta que ella viaja en las campañas de verano, en general desde mediados de diciembre hasta mediados de marzo. “En verano somos alrededor de 30 científicos y
compartimos con la dotación militar, que está todo el año, pero en el verano siempre llegan personas nuevas”, dice.
Graciana explica qué hace ella durante el tiempo que no está en Antártida: “Estoy en los laboratorios del Instituto Antártico en la Universidad de San Martín o en
el laboratorio de la Universidad de Bremen en Alemania”.
Aunque Graciana no está permanentemente, viajó ininterrumpidamente a trabajar: “Fui tres veranos seguidos (2017, 2018 y 2019) y normalmente cuando eso pasa, te
encuentras con la gente que estuvo todo el año y que compartiste el año anterior. Esa es una sensación muy linda, a veces es como volver a tu segunda casa”. Y cuando
alguien llega “a su casa”, suele sentirse a gusto. “Lo que más me gusta es poder trabajar en un lugar maravilloso, poder levantarte todos los días a la mañana y ver el paisaje es hermoso. La naturaleza, los animales”, dice.

La investigadora nuevejuliense confesó que trabajar allí no era su sueño, pero que su formación y elecciones la llevaron allí. Sin embargo, su trabajo la apasiona: “Me
fascina saber que existen organismos tan pequeños y tan antiguos que están adaptados a sobrevivir en condiciones extremas. También me llama la atención lo poco que
conocemos de los microorganismos y su potencial biotecnológico. Solo conocemos el uno por ciento”.
Aunque Antártida no era su sueño, la fascinación de Graciana por su trabajo indica que es uno de sus lugares en el mundo.

T.D.

Angélica Guerrieri volvió a la Antártida
Además de Graciana Willis, la nuevejuliense Angélica Guerrieri también conoce el “continente blanco”. En 2023 viajó para trabajar en la Casa Moneta ubicada en la isla
Laurie del archipiélago de las Orcadas del Sur. Y ahora, en 2024 regresó para hacer el relevamiento de la cabaña donde pasó el invierno el primer argentino que fue a la
Antártida.
Esta construcción, declarada Monumento Histórico Nacional el 26 de julio de 1965, se encuentra en la Isla Cerro Nevado y allí se establecieron los integrantes de la
expedición sueca de Otto Nordenskjöld, entre ellos, el Alférez de Navío José María Sobral.

Fuente: el 9 de julio

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